Recuerdo, en marzo, que me llamó al móvil una chica alemana, preguntándome si admitíamos personas extranjeras en nuestro coro, yo le contesté que por supuesto, además hablaba perfectamente el castellano. Me contó que en su país tocaba el violonchelo y que le gustaría probar a cantar. Había mirado en Internet y se había encontrado con el blog de Kororrevuelto, le gustó y llamó para pedir más información.
Se integró perfectamente, desde el primer día trabajó igual que cualquier otro coralista, a veces no entendía alguna frase de Alberto, pero no por estar en castellano, sino porque no cogía el sentido y yo se lo explicaba, con la consiguiente risita, que traía otra detrás y otra, hasta que el dire se mosqueaba y nos llamaba la atención.
Vino en un principio con una beca de Erasmus a la Universidad de Deusto, acabó Filología Alemana y le gustó tanto Bilbao que al año siguiente volvió con un contrato de trabajo de profesora de alemán. Estaba feliz, exprimía el día a día, vino al día coral, en Sodupe, se animó a acompañarnos al ensayo que tuvimos en Medina de Pomar, se aprendió la Suite Litúrgica de Butler y la cantó con nosotros en Donostia. Fue a Pamplona a los sanfermines...
Fueron cuatro meses bien aprovechados, resultó una bonita experiencia.
Pero su familia la echaba de menos y le buscaron un empleo cerca de Leipzig, su ciudad natal.
Hace diez días que se volvió a Alemania, ahora estamos de vacaciones, pero en septiembre, cuando volvamos, habrá una silla vacía y nos tendremos que imaginar sus risillas incontrolables.
Nunca te olvidaremos, Marianne, vuelve cuando quieras, ¡tendrás que practicar el castellano para que no se te olvide! ¡Te esperamos el día 24 de noviembre en el Palacio Euskalduna!
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