Se acabó el Requiem. El jueves lo dimos todo, como siempre, pero en un escenario de lujo y arropados por un equipo de primera.
Sobre el Requiem poco nos quedaba por decir, sólo nos faltaba cantarlo ante el público de Bilbao, fue la prueba de fuego y estamos convencidos de que la superamos. Se sentía esa complicidad entre los que interpretábamos la obra y los que la escuchaban. Todos la sentíamos a la vez, hubo "feeling", nos estremecimos unas cuantas veces y hasta se podría decir que más de uno se enjuagó alguna lágrima.
Se palpaba el silencio y se agradeció el respeto hacia Mozart y su obra, única e irrepetible, como dijo el Maestro Conti.
En verdad hay un antes y un después de este concierto participativo. Pasaremos página pero nos costará un tiempo dejar de pensar en el Requiem.
Si pudiéramos pedir un deseo le pediríamos a la Fundación La Caixa que nos llamara el próximo año para un nuevo concierto. Les agradecemos su labor social y esperamos que siga durante muchos años haciendo felices a tantos amantes de la música.
Sólo nos queda agradecer su participación, en primer lugar, al público, que nos consta que en su mayoría fueron personas cercanas a nosotros, tanto familiares como amigos o conocidos.
Después, ya sin orden de prioridad, a todos los coralistas de los demás coros, con los que hemos compartido varios fines de semana ensayando y que ahora les conocemos un poco más. Un agradecimiento especial al Coro Lírico de Cantabria, por desplazarse hasta el País Vasco y acompañarnos, al igual que el coro principal, León de Oro, desde Asturias, gracias por sus maravillosas voces y su profesionalidad.
Gracias a los solistas, Raquel Lojendio, Cristina Faus, Agustin Prunell-Friend y a Josep-Miquel Ramón, que nos deleitaron con sus actuaciones. A la BOS, por su inestimable colaboración y a Belén Sierra por acompañarnos al piano en los ensayos de forma infatigable y sobresaliente.
GRACIAS en mayúsculas a todos los directores (Manuel Torre Lledó, José Luis Ormazabal, Belén Madariaga, Enrique Azurza, Marian Urkiola y Alberto Carrera) que nos han preparado y nos han animado tanto, convenciéndonos de que eramos capaces de hacerlo y bien, como al final ha sido. No nos olvidamos del director de los dos primeros ensayos, Javier Corcuera, que nos puso en marcha y nos dejó su huella imborrable. Y por último, la persona que ha hecho posible que todos nos uniéramos de forma "civilizada" y que sonáramos como si fuéramos uno. Nos referimos al Maestro Marzio Conti, que además de dirigirnos musicalmente, nos enseñó a interpretar lo que cantábamos y a transmitirlo, o por lo menos nos dio las pautas para intentarlo. Gracias por hacernos creer que nosotros, con nuestra música estamos ayudando a que el mundo sea un poquito mejor. Si hubiera más gente como la que estaba el jueves en el Euskalduna, seguro que habría menos guerras y menos crisis.
Iremos preparándonos para "el espíritu de la Navidad"...