Nuria Fernández,
la directora invitada, madrileña pero que no ha parado de viajar, nos fue
adornando las obras con pinceladas sobre sus autores y poco a poco nos sumergió
en aquella época tras la Segunda Guerra Mundial, en la cual surgió una generación de compositores de música húngara,
que abanderaría el movimiento coral, tanto a nivel de composición, como de formación de coros. También mencionó el revolucionario Método Kodaly, que facilitó el que los niños cantaran mucho en las
escuelas, viendo que podía ser una buena forma de fomentar el espíritu nacionalista, tras muchos años
de ocupación.
Nos habló del rico mundo interior de Kodaly, pero también nos
dijo que era muy retraído, sin embargo su discípulo Bárdos Lajos si supo adentrarse en el mundo de la composición coral,
a pesar de que en un principio le tiraba más la dirección de orquestas. Puso en
marcha un movimiento llamado “La
Juventud Cantante”, que sería el germen del gran desarrollo coral que hubo después.
Nos recomendó escuchar la colección de música coral sacra que tiene y que una de sus características
es que todas las cuerdas cantan “precioso”. Según nos contó Nuria, a Lajos le
gustaba mucho la música coral, pero sobre todo sus cantores.
Comenzamos cantando una de sus obras, Dana Dana, una canción muy rítmica, en la que bajos y tenores interpretan
una sola voz.
Después vino una de las obras de de Zoltán Kodaly, Esti dal,
“Canción del anochecer”, con una melodía
encantadora, sobre todo para las sopranos,
pues los chicos en esta obra poco papel tienen, ya hubo risas a cuenta de esto,
vamos, que se aburrieron un poquito…
En la entrada anterior del blog la podéis escuchar
interpretada por los King´s Singers y
el contratenor David Hurley y es una
verdadera gozada.
En tercer lugar ensayamos Eli1 Eli!, una obra cargada de emoción, Nuria nos hizo una descripción del escenario para que supiéramos
expresar lo que György Deák Bárdos quería
decir. A pesar de la tensión que se creó, hubo también un momento para las
risas cuando nos dijo que no miráramos tanto a la partitura y que ejercitáramos
más la “movilidad ocular”…
Para terminar de nuevo Kodaly
con una obra en latín, Stabat Mater,
tres letras, tempo lento, “¡pero no tan lento!”, nos decía la directora y
detrás contaba otra batallita, esta vez sobre lo que les dice a sus coros: “a
tempos lentos actitud ágil, porque si no, se va acumulando un desfase que hace que
la música parezca inestable”. Eso también nos lo dice Alberto, “hay que cantar
con dirección, buscando la línea”.
Nos quedamos con ganas de
más, pero todo tiene un final, aunque ayer el broche fue gastronómico, nos
estaban esperando dos salas llenas de suculentas bandejas y hacia allí que nos dirigimos
todos. Comimos, bebimos, nos hicimos fotos y cambiamos impresiones, parecía que
todos estábamos satisfechos, así que os emplazamos para el próximo año, os
tendremos informados.
Gracias a
todos por acompañarnos y sobre todo a Nuria
por desplazarse desde Madrid, vuelve cuando quieras, ¡aquí tienes unas voces esperándote!