La comida estuvo muy bien, tanto los entrantes (¿qué me decís de los
milhojas de foie y manzana?) , como los los platos principales estaban exquisitos. La ensalada crujiente de queso de cabra y piñones llamó la atención por su mezcla de sabores tan bien conseguida. Yo pedí el entrecotte con verduritas naturales y tengo que decir que estaba delicioso. Los que eligieron merluza asada con trigueros también comentaron su calidad. De postre hubo
tarta capuchina y no resultó nada empalagosa, más bien todo lo contrario, te dejaba un sabor muy fresco en la boca.En la sobremesa, ya con el champán, le dimos el regalo sorpresa al "maestro", no sabemos si se lo esperaba, pero quisimos tener un detalle de agradecimiento por todo lo que trabaja para el coro. De hecho, cada día somos más y cantamos mejor, unos a otros nos contagiamos las ganas de aprender y eso se nota en nuestros conciertos. Por lo menos es lo que dicen los que siguen nuestra "trayectoria artística". También le obsequiamos con una camiseta negra muy chula con una frase que dio mucho que hablar, es que no se puede ser tan guapo... y si no, que se lo pregunten a Teresa, jajajaja.
Cuando Alex me pase más fotos prometo ponerlas en el blog, por ahora nos conformaremos con lo que tenemos y sobre todo con esta simpática foto de Maite con su aita, antiguo coralista y que como pudimos comprobar, sigue con el mismo espíritu jovial de un quinceañero.
Y a continuación unas cuantas fotos más de la comida ¡buen provecho!
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